Comer es un hecho cultural, social y biológico. No solamente somos lo que comemos, sino que lo que comemos da forma a lo que somos. La historia de la alimentación no desea elaborar visiones monográficas exclusivamente, como una historia de la patata o del moniato, sino averiguar sobre todo, desde una mirada abierta e interdisciplinaria, por qué por ejemplo en España las comidas se acompañan con pan o por qué se come sentado en sillas. Esta corriente se caracteriza por su transversalidad, puesto que puede alcanzar y estudiar cualquier época y espacio habitado. Además, utiliza numerosos tipos de fuentes, desde la arqueología, a la documentación de archivos llegando a la memoria de nuestros ancianos y ancianas. Los investigadores de esta corriente centran su atención en la relación de las sociedades pasadas con los alimentos, y como estos forman parte vital de la cultura de los pueblos.